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El profesor Tornasol
Los personajes de sabios distraídos siempre han interesado a Hergé. El profesor Néstor Halambique de El cetro de Ottokar es seguramente el mejor ejemplo; pero incluso en La oreja rota había una aparición adelantada "tornasolesca", aunque realmente la distracción del hombre que se dirige a un loro disculpándose por haberlo tomado por un pájaro sea mucho más caricaturesca que las singulares escenas que suele protagonizar nuestro entrañable profesor.
Como muchos elementos en la obra de Hergé‚ Silvestre Tornasol surge de un modelo real, es la viva imagen del profesor Auguste Piccard, un amigo de Hergé. El parecido con este inventor y explorador suizo de carne y hueso no puede ser más revelador.
Tanto por su físico como por sus maneras, Tornasol es un anacronismo viviente, donde se establece un sutil contraste entre su comportamiento decimonónico y sus invenciones, siempre a la cabeza del progreso.
Aunque pragmáticamente la función del profesor es la de científico e inventor, parece desempeñar, bajo su apariencia de sabio distraído, un papel de poeta en el seno de la familia. Lunático, soñador y secretamente sentimental, el profesor aporta paradójicamente una nota entrañable de frescor y de fantasía a la serie.
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